Uno de nuestros primeros encuentros tuvo lugar en tu piso de Barcelona. Recuerdo entrar y recorrer curiosamente con la mirada las diferentes estancias repletas de objetos, cuadros, estanterías cubiertas de libros… Tenía muchas preguntas pero guardaba cierta fijación con tu timidez por desvelar que eras artista. Me sigo preguntando si como niño aspirabas a serlo…

Artista, no. De niño cuando me preguntaban qué quería ser mi respuesta era: arquitecto o vagabundo. Una respuesta muy a la ligera pero que me acompañó algunos años. Supongo que arquitecto porque me encantaba construir cualquier cosa, imaginar espacios, dibujar casas imposibles... Vagabundo porque pensaba que no tendría que rendir cuentas a nadie, que podría viajar sin planificar,dormir donde fuera y sobretodo no tendría que trabajar en esas cosas que trabajan los adultos. De alguna manera estos dos caminos confluyen en el hecho de ser artista.

 

Adicionalmente a tus estudios académicos, también te has formado al lado de varios artistas a lo largo de tu trabajo como asistente en múltiples galerías como es el caso de la König Galerie. ¿Qué artistas han generado influencia en tu obra y cómo se ha manifestado esta  a lo largo de los años?

Empiezas por aquellos que tienes más al abasto, en mi caso fueron los que podía curiosear en los cuatro libros de arte que tenían mis padres en casa, artistas ya muy consagrados como Tàpies, Miró, Cy Twombly, Rothko, Picasso, Warhol… y con ellos empiezas a formar tu núcleo de referentes.

Cuando tenía 8 o 9 años recuerdo que me maravilló la existencia de figuras como Picasso, que más allá de la pintura también personificaba el libre albedrío. Quizá esta parte es la que lo hacía divertido. Pintar por pintar. Me impulsaba a evadir el peso de la pintura y centrarme en el deleite. Creo que así deben empezarse las cosas: a partir de algo que te motiva y te impulsa a seguir queriendo saber. Algo que alimenta tu curiosidad.

Antes me obsesionaba con un artista durante una época pero con el paso de los años disfruto las cosas con otra distancia. He dejado de empeñarme en aprender en base a la copia. Durante un tiempo tomas como nueva fijación derribar todas esas referencias. Ese deseo se acabó manifestando en mis dibujos “Killing my mother with my left hand”.

 

Para mi, la madre sigue siendo el pilar central de todo. De ahí la creencia en que la independencia la consigues cuando realmente consigues desprenderte de ella. Matar a la madre, representaba cortar el vínculo absoluto que tenía con esos artistas, pero con la mano izquierda, “de forma gentil”.    

Tenía tantos referentes que inconscientemente me iba mucho hacia esas influencias y me era casi imposible desvincularme de ellos. Creía que me alejaba de ser fiel a lo que soy. Ahora te das cuenta que uno, no es más que lo que aprende.

¿Crees en la inspiración, o lo que Tàpies llamaba: “la divina sabiduría”?

La inspiración como algo divino no, pero sí hay momentos de lucidez que se deben al dinamismo.

Personalmente tengo dos ritmos: hacer y parar. A veces las cosas se ocasionan cuando paro y otras veces con el hecho de hacer. De todas formas, como concepto me da cierto vértigo. Siempre parece que se quiera vincular este hecho a algo divino que te ilumine. Y estoy muy lejos de creer en ese suceso.

Un leitmotiv de tu obra es el constante descubrimiento y acumulación de objetos. Un ejemplo podría ser tu instalación Collection of Dead particles una muestra de todos los deshechos corpóreos y materiales de tu íntima cotidianidad una vez te mudaste a Berlín.

Lo que me ha ido acompañando siempre es el hecho de empezar muchas cosas y no acabar ninguna. Empecé estudiando Arte en la universidad y no acabé.

Pero sí, no trabajo desde la nada, sino en base a lo que tengo a mi alrededor. De lo que me encuentro y colecciono; una imagen, un texto, un objeto… Cualquier cosa que me interese sin saber inicialmente muy bien el por qué.

 

Me suelo fijar en mi entorno. Miro. Observo. Busco. Es algo que tengo muy interiorizado, no es algo que me suponga un esfuerzo.

Aquellos elementos que me llaman, los recojo y les doy un espacio. Muchos acaban formando parte de un cúmulo de objetos que guardo en mi estudio sin que pase nada con ellos durante años y otras veces encuentro un hilo conductor entre varios.

¿Crees que la multiplicidad de formatos que han adoptado tus obras se debe a que siempre empiezas a construir a partir de objetos que ya existen?

Es muy probable, ya que los formatos son un resultado orgánico de mi proceso.

Mi forma natural de producir empieza recogiendo, fijándome en cosas… Siempre he evitado las tiendas de Bellas Artes. Nunca he ido a comprar pintura acrílica, carboncillos o óleos… No me interesa. Prefiero explorar y pintar con mercromina, pasta de dientes o cualquier otra cosa que me lleve a descubrir. Pintar con acrílico no me permite descubrir nada, más allá de la propia forma de lo que quiero representar. Busco investigar desde el propio objeto que eventualmente se puede convertir en una pintura, pero lo que investigo ya no es solo la forma física del asunto sino el proceso.

 

Se me han desmoronado mil obras. Me han llegado a decir: “Tu cuadro se está descomponiendo — Tenía un dibujo tuyo enmarcado que se ha convertido en un folio en blanco”. Era un dibujo pintado con yodo que al haber estado expuesto al sol desapareció. Parece surrealista, pero realmente no había ningún rastro de los trazos. Todo se había desvanecido. ¡Una maravilla!

 

Esta forma de hacer también guarda relación con los readymades… aunque en muchos casos no solamente recontextulizas el objeto y le otorgas un nuevo significado sino que tu intervención manifiesta una evidente modificación.

Si bien es cierto, no siempre construyo a partir de objetos encontrados. Muchas veces parto de elementos nuevos, aunque sí tengo una gran atracción por el pasado. Lo que me interesa es generar enlaces.

...los enlaces que mencionabas anteriormente son en realidad enlaces temporales entre pasado, presente y futuro?

Exacto, y como tal, siempre empiezan en el pasado, de una forma nostálgica.

¿Qué es lo que esperas cuando alguien se encuentra delante de una de tus obras?

No espero nada. Siento miedo, timidez. Cuando pinto me muestro vulnerable. Es un proceso de inmersión en uno mismo. Un proceso hacia dentro y no tanto hacia fuera.

… este ejercicio de introspección me hace pensar que puede guardar relación con el título de tu última exposición: Bajo la superficie, superficie. Una alusión de forma menos obvia al punto originario de tu obra.

Y no solamente… también hace referencia a las diferentes capas que se construyen partiendo de unas limitaciones autoimpuestas.

Pintar no es echar una capa de pintura una encima de la otra, es también rascar lo que hay por debajo de la base.

Bajo la superficie, superficie… El elemento sorpresa se manifiesta cuando uno deja de dar por sentada la direccionalidad de la construcción.

¿Cómo sueles trabajar?

Soy muy impaciente, quiero el resultado inmediato y por eso no concibo obras grandes de una forma entera. Construyo la pintura a partir de formatos pequeños y después los ensamblo.

 

Tiendo a fragmentar para poner foco en una parte, sin tener en cuenta la obra entera, eso me ayuda a ir construyendo la pieza.

Al tratar la obra en fracciones pequeñas e independientes unas de otras pongo la misma atención que si se tratara de un esbozo o un dibujo rápido. La concentración es diferente de cerca en una obra pequeña e íntima que en una de gran formato. Así que intento preservar la misma intimidad de lo pequeño para lo grande. Guardo unas partes. Descarto otras. Voy acumulando y después selecciono que partes van con cuales y cuales se descartan.

Cuando dibujo en una libreta suelo pasar de página rápidamente, un proceso muy parecido a este. Si el resultado no me convence, los dibujos pueden quedar a medias y paso al siguiente, eso hace que haya cierta sorpresa, que sean actos espontáneos y se pierda el orden cronológico. Lo primero puede ir con lo último y lo último con lo del medio.

La pintura es una de las disciplinas que más has estado transitando estos últimos años. ¿Qué impulsó tu primera colección titulada R.A.L.?

R.A.L. no deja de ser un muestrario de pintura. El nombre técnico de un sistema de color.

En Alella el pueblo de donde soy hay una fábrica de pintura industrial abandonada. El día que entré encontré unas planchas de colores que cubrían las paredes del laboratorio.

 

Un muestrario de color: planchas de hierro encima de las cuales el operario encargado del laboratorio pintaba el color que estaba en proceso. Sobre la misma muestra escribía el porcentaje de cada color, los tiempos de secado, la resistencia, anotaciones técnicas del desarrollo. Esas anotaciones eran la antítesis de una descripción artística y el objeto en sí estaba muy alejado de albergar ninguna pretensión artística ni emocional. En todo caso desvelaba una misión puramente mercantil: vender.

 

En R.A.L. mi intervención se limitaba a jugar con un color y elaborar composiciones. La belleza de este proyecto era que en un caso se podía obtener una pintura y en el otro una escultura dependiendo de cómo se ordenaba y, a la vez era lo mismo.

El interés recae en usar exactamente el mismo objeto base (las planchas extraídas del laboratorio).

 

Hemos hablado del pasado, de forma que me gustaría cambiar el foco hacia su opuesto ¿Con qué proyecto sueñas?

Me gustaría hacer una casa, para volver a los orígenes: a mi ilusión infantil de construir espacios. Me fascina la idea de crear una obra que no deje de lado su utilidad. Algo que no he conseguido todavía.