Diarios del corte
Cultura|s. La Vanguardia. 11 de diciembre de 2013.
Por: Inma Prieto

 

Pensar en no cortar el material, sino el espacio. Pensar en cómo mediante el corte en el espacio se puede crear un nuevo espacio transitable. Llevar a cabo una propuesta artística en la que la obra no se ve reducida a la materia. Una formalización material que alude al no límite, que señala a lo que no ha sido ocupado físicamente aunque sí modificado por la presencia matérica. “Hasta un determinado momento, yo hacía cortes en las cosas. Luego me di cuenta de que lo que estaba cortando era el corte. En lugar de hacer cortes en el material, ahora uso el material como corte al espacio”. Carl André, uno de los padres del minimalismo, formulaba así algunos de los principios básicos desde los que articulaba la modulación del espacio a partir de la presencia material, a partir de la presencia escultórica de sus obras. André, igual que otros minimalistas, partía de la repetición como concepto, de la idea de estructura mínima y, como tantos otros escultores claves a lo largo del siglo XX, no vinculados al minimalismo en esencia, apelaba a la noción de espacio como algo orgánico y vivo. De hecho, no es de extrañar que esa sutil capacidad de entablar diálogo con el entorno requiera un cambio de paradigma en relación al espectador. Si pensamos la escultura como elemento articulador de realidades, pensamos en una mirada dirigida también por cierta presencia matérico-espacial. Una mirada que es dirigida por la presencia matérica, por el modo cómo el espacio es ocupado y por la metamorfosis creada en el entorno que ha sido modificado. Todo ello nos ayuda a pensar la propuesta de Bruno Ollé (Barcelona, 1983), que ha proyectado una instalación site specific que ocupa los espacios interiores y exteriores del Nivell Zero de la Fundació Suñol de Barcelona. Con ello, no sólo amplía el espacio expositivo, articulando también su obra en el patio exterior, sino que provoca que ambos sean pensados de un modo diverso. La intervención, formaliza a partir de estructuras en madera de grandes dimensiones y mínimas en su concepción, obliga al espectador a establecer rutas a deambular por el espacio que las obras disponen, obliga a que la mirada se dirija hacia arriba, hacia abajo, hacia fuera y viceversa. La instalación apela al museo, al espectador y a ese espacio que espera ser habitado. La propuesta se complementa con algunos dibujos de la serie Temporal continuo que el artista ha realizado durante los últimos años. Dibujos a lápiz que devienen una especie de diario visual anclado en el trazo proyectado. Un juego o vaivén entre dimensiones y presencias. Ollé construye y traza ideas espaciales expresadas en su mínima conjunción. En palabras del artista: “introducirse en una obra significa leer entre líneas. Poder escaparse de teorías y ciencias exactas permite el error, mucho más acertado que el acierto mismo”. De hecho, acierta en la desarticulación espacial, ofreciendo, a cambio, un corte que contextualiza de nuevo.

  Download PDF.